¿Qué haría yo sin esas sonrisas?
Perfectas que me saludan cada mañana, cada tarde, cada día. Que son contagiosas, y que me encantan. Y puedo decir que tengo la grandísima suerte de poder verlas muy a menudo.
Sonrisas torcidas, con su pequeño hoyuelo, de la que me percaté por primera vez viendo una foto tuya cuando acepté que realmente me gustabas. Y desde entonces, me tienen enamorada.
No sé que sería de mí sin una sonrisa tuya cada día.
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